Puede que percibamos de un modo particular, o que todo sea funcional de sí mismo, aún estéticos, sublimes, eminentes, excelsos. Participando de una forma bella y alucinante, para aquellas aquellos que al cruzar antejardines y enrejados perturbámosnos al notar que, rayos, las conspicuas dimanantes de las apreciaciones sonoras* no se encuentran en posesión de pendientes, mostacillas, hilos, metales, maderas, telas, lanas, cintas, minerales, conchas; de material desechable, orgánico, inorgánico, costoso, proveniente de la minería, la dedicación o el ocio, libres en dirección comúnmente (caso particular)al suelo, como acto imperativo de la ley de gravedad.
Son, como la infinidad de materiales y formas, la multiplicidad de nominales para pendientes, aretes, zarcillos, aros, colgantes.
Joya, cuya principal cualidad es: adornar las orejas*. Suelen ubicarse sujetos al lóbulo, la mayoría previa perforación de este, o, en su defecto, mediante un mecanismo de presión anterior y posterior de aquel sector de la oreja; y, en número par -consecuencia lógica- uno en cada lado. [Digo suelen, pues en la actualidad el clasicismo que podríamos eventualmente adjudicar a estas pequeñas, medianas, grandes maravillas, ha vístose perturbado por alteraciones del: fashion, vintage, nuevas tendencias, avance de temporada y/o variaciones de la ética, que ha decantado en un dispersar-LOS, hasta por los más recónditos e inimaginados rincones de nuestra conformación corpórea, algo así como: "Donde solo tú puedas verlo", menesterosamente en presencia de un Tú.]
Por inmanencia en alguna/os, gusto en otros, imperativo estético, búsqueda de "Túes", sea cual fuere la circunstancia, los aros son elemento ornamental reiterativo insistente a la derecha e izquierda de rostros imberbes, "berbes", junto a pelos largos y cortos, crespos, lisos e "indefinidos".
Proporcional y paralela a la variedad genérica, eidética y/o casual de sus poseedores, existe paralelismo y proporcionalidad en cuanto a formas, tamaños, colores, materiales, divisiones e indivisiones, que hacen de estos ornamentos causa de una especie de impresión circunstancial que genera consecuencias tales como: agrado, gusto, atracción, enamoramiento, amor, ternura, participación proporcional de la forma, [en concatenación con: colores, tamaños, y caracteres particulares de poseedor y poseído].
Generadores de agradables comentarios e insistentes miradas, son ya, parte condicionada al uso diario, mensual, anual; de los 40's y los 20's, como para aquellas/os de 40 y 20, nonagenarios, o exentos de vida, pues, incluso dentro del atavío de cosas que podemos observar tras el vidrio de un alguien recostado dentro de un rectángulo de madera, preferiblemente de medidas proporcionales a su alto y ancho, podemos vislumbrar-LOS, como elemento decorativo.
Prescindiendo de casos excepcionales en cuanto a fisiología, todo es por gracia del ojo (sin ánimos de menospreciar al cerebro generador del todo biológico, pues hablamos de consecuencias constitutivas), que puede distinguir variaciones de forma, color, luminosidad y distancia.
Objetos impersonales utilizados desde la antigüedad en todas las culturas como adorno, signo de posición social, rango oficial, símbolo de creencias religiosas o de otro tipo.
Sí. Más de otro tipo.
Son, como la infinidad de materiales y formas, la multiplicidad de nominales para pendientes, aretes, zarcillos, aros, colgantes.
Joya, cuya principal cualidad es: adornar las orejas*. Suelen ubicarse sujetos al lóbulo, la mayoría previa perforación de este, o, en su defecto, mediante un mecanismo de presión anterior y posterior de aquel sector de la oreja; y, en número par -consecuencia lógica- uno en cada lado. [Digo suelen, pues en la actualidad el clasicismo que podríamos eventualmente adjudicar a estas pequeñas, medianas, grandes maravillas, ha vístose perturbado por alteraciones del: fashion, vintage, nuevas tendencias, avance de temporada y/o variaciones de la ética, que ha decantado en un dispersar-LOS, hasta por los más recónditos e inimaginados rincones de nuestra conformación corpórea, algo así como: "Donde solo tú puedas verlo", menesterosamente en presencia de un Tú.]
Por inmanencia en alguna/os, gusto en otros, imperativo estético, búsqueda de "Túes", sea cual fuere la circunstancia, los aros son elemento ornamental reiterativo insistente a la derecha e izquierda de rostros imberbes, "berbes", junto a pelos largos y cortos, crespos, lisos e "indefinidos".
Proporcional y paralela a la variedad genérica, eidética y/o casual de sus poseedores, existe paralelismo y proporcionalidad en cuanto a formas, tamaños, colores, materiales, divisiones e indivisiones, que hacen de estos ornamentos causa de una especie de impresión circunstancial que genera consecuencias tales como: agrado, gusto, atracción, enamoramiento, amor, ternura, participación proporcional de la forma, [en concatenación con: colores, tamaños, y caracteres particulares de poseedor y poseído].
Generadores de agradables comentarios e insistentes miradas, son ya, parte condicionada al uso diario, mensual, anual; de los 40's y los 20's, como para aquellas/os de 40 y 20, nonagenarios, o exentos de vida, pues, incluso dentro del atavío de cosas que podemos observar tras el vidrio de un alguien recostado dentro de un rectángulo de madera, preferiblemente de medidas proporcionales a su alto y ancho, podemos vislumbrar-LOS, como elemento decorativo.
Prescindiendo de casos excepcionales en cuanto a fisiología, todo es por gracia del ojo (sin ánimos de menospreciar al cerebro generador del todo biológico, pues hablamos de consecuencias constitutivas), que puede distinguir variaciones de forma, color, luminosidad y distancia.
Objetos impersonales utilizados desde la antigüedad en todas las culturas como adorno, signo de posición social, rango oficial, símbolo de creencias religiosas o de otro tipo.
Sí. Más de otro tipo.