21.3.10

Deuteronomio 6:18

Si caminas por una avenida céntrica y encuentras en el suelo un papelito que lleva inscrita una cita bíblica que versa:

"Haz lo recto y bueno ante los ojos del Señor para que te vaya bien".

Es cuando te das cuenta: "rayos, yo, que creía seguir sus preceptos y mandamientos tan fielmente".

En fin.
No debo necesitar a Dios si no puedo tenerlo. De igual manera para con los seres por él creados.
Lo difícil es cuando lo que se deseaba porque era ideal se evapora pues encontraste lo real y te aferraste a ello.

Las tarjetas, los mails y las cartas existen porque la gente no sabe decir lo que siente.

Henry Miller estaba equivocado, no se olvida transformando a la gente en literatura. Por el contrario, se construye una arquitectónica que a pesar de su miserable densidad material, no es susceptible de ser destruida de un solo golpe, ni dos, así, sucesivamente.

L (No de Laura. Obvio)

8.3.10

El círculo azul que intenta arreglarlo todo con una siesta

Las citas que en el presente texto aparecen subrayadas entre comillas y cursiva corresponden al poema Nieve del libro "Poesía de paso", del autor Enrique Lihn.

Como me gustaría suspender este viaje solitario que simula a una mujer, seria a fuerza de las circunstancias, sentada en una butaca de hojas de afeitar, moviéndose, la misma, hacia delante y atrás, análisis primigenio, obviando lo fatal de una de aquellas direcciones. Ya nada nos puede sorprender, mira el carmesí como quien debe resignarse al brotar de una lágrima, o el niño que, a punta de llanto decide detenerse en su empresa, pues ya ve muy lejano el recinto de abastecimientos alimenticios, que por cierto, alberga el tan anhelado chocolate.

Como me gustaría retomarlo. “habías perdido tantas veces esa misma batalla minuciosa”, lo sabías, te sabías perdiendo una y otra vez, infinitas veces, mas te contuviste, actuaste de la manera en que suele fumarse la marihuana, retuviste el aire en la cavidad bucal, mas tú, contrario al como suele realizarse en tales prácticas, nunca botaste el humo, llegaste al punto que suele llamarse colapso, aquel en que las fuerzas vitales alcanzan un nivel de in-organicidad, en lugar de humo de las más diversas figuras, exhalaste las más diversas sustancias insalubres.

Pero continuaste “retuviste el aliento en honor a lo que” querías fuera lo real, “para dejarlo hacer su trabajo de siempre”, siempre “sin un testigo”.

Fuiste, a fuerza de las circunstancias “mitad juguete mitad inmolación”.

“¿Dónde está lo real?”, aún hiere preguntarlo, mas, ya no importa que te sepas de memoria las respuestas exactas.

Mi voluntad ya no vive, es un omelet frito por más de una hora, y solo contenía un huevo.

Ahora, “el solipsismo es una coartada del poder contra el espíritu”. De cualquier manera, aquí, “en el más absoluto aislamiento, se es víctima de impresiones curiosas”, o no tanto, pero qué más da, al final de cada esquina siempre creeré que ellos o ellas se van al infierno, y eso me salva de mí misma.

Cada árbol, cada flor, (más aún esas que te hacen alucinar en un sentido no vulgar, sino más bien técnico fisiológico, que agudizan tus sentidos), cada calle, incluso cada Dominó Pizza, participará de mi desconcierto.

En el fondo, en la superficie y en el centro, siempre estuviste advertida niña, mas, “esa forma del ser obstinada”…

“Cómo si dispusiera de lo eterno, otra vez la noche, se da el lujo de caer lentamente” y es mi familiaridad lo sorprendente.

(En el eclipse de los momentos “siempre habías bebido unos vasos de cerveza por lo que pudiera suceder”).

Quizá, y a modo de curita adhesiva, fue el temor a que nada ocurriera luego de ocurrir lo que me (nos) llevó al más lejano de los viajes, tú a retomar el camino, yo a conseguirlo.

Mas, siempre habrá ese alguien que se reconoce entre miles. Aunque sea solo para hacer patente el que nunca algo podría comenzar.